Vivimos en pretemporada futbolística en la que proliferan los partidos amistosos, esos choques en los que los equipos se juegan poco, pero que colman las ilusiones de los aficionados por la cercanía de una temporada más que tantas alegrías promete. Los aficionados se encuentran como niños con juguete nuevo, esperando que los recién incorporados a sus equipos les den este año grandes alegrías. El viernes pasado se celebró el sorteo de la liga y, quien más quien menos, ya ha echado sus cuentas sobre casi todo…
Por lo tanto, a partir de ahora tendremos ya de qué hablar: de partidos (aunque sean amistosos), de fichajes (aunque por ahora todavía puedan ser rumores sin madurar), de cómo juega cada equipo (muchos tienen nuevo entrenador)… Y, así, los medios ya no tendrán que especular, inventar o contar alguna que otra noticia sin fundamento; ni necesitarán que alguien esté siempre al otro lado del canal, hablando y diciendo lo que seguramente no puede (ni debe decir). Los medios necesitan llenar páginas de contenidos y horas de programación, pero cuando eso no sucede se ponen ‘nerviosos’ (es un decir, claro) y prefieren especular antes que esperar o mirar para otro lado… porque no soportan bien el silencio de sus protagonistas, ni –menos aún- el de sus fuentes.