Parece que Gerard Piqué, ese futbolista tan magnífico que está marcando una época como central del Barça y de la Selección Española, ha decidido no perder la más mínima oportunidad de convertirse en un ‘bufón de palacio’, repartiendo a diestro y siniestro críticas desaforadas y gestos contra el Real Madrid, tan gratuitos como obsesivos. Este martes protagonizó el último episodio en el estadio parisino de Saint Dennis, después de que nuestra selección se impusiera a la de Francia por un resultado de 0-2 que casi todos han considerado justo. Pero el jugador dejó sembrada de ‘minas’ la zona mixta con sus declaraciones y eclipsó tan importante victoria.
No sé si el antimadridismo tan visceral que esgrime Piqué emana única y exclusivamente de su interior (y fluye de forma natural) o si también es por representación (encargo). Quizá responda a una calculada estrategia a corto-medio plazo para llegar a la presidencia del Barça –deseo que él mismo ha declarado en ocasiones- y piense que el sentimiento compartido por sus correligionarios le allanará tal vez ese camino. Sea como sea, en todo caso creo que Piqué está dando muy mal ejemplo a quienes pensamos que –y siento que somos muchos- que el deporte debe cimentarse sobre victorias, éxitos y marcas personales basadas en el esfuerzo y en el espíritu de superación… y no en ‘sentimientos anti’ (de ninguna clase), en atajos impresentables (como ganar en los despachos) o en el fomento de la violencia (sea siquiera verbal). Claro que Piqué haga y diga todo lo que hace y dice sin darle la más mínima trascendencia, porque –como dijo el martes con total desfachatez- “todo esto es un show”. Lo veo como otro ejercicio de total irresponsabilidad. – Leer más –